PALABRAS AL VIENTO©




POR QUÉ LLORAN LAS MARIPOSAS


Tirado en la ribera de la nada
pensaba en el atardecer
de la primavera, en los bosques
callados y siempre vivos
de la sabiduría silenciosa.

Escuchaba el riachuelo
de mi alma descorrer
hacia el eterno
soplo del viento.

Miraba embelesado
a los pájaros cantores
de fantasías y quimeras
que cabalgan en los sueños.

Miraba al mundo
girar en torno mío
pero no entendía
sus movimientos
ni el porqué de la vida.

Todo fluye. Nada es eterno.
Hasta la muerte es temporal,
como temporales son
las ideas y las ilusiones.

Me vi tirado
sobre una alfombra
de hierba viva
adornada por flores
de tantos colores
que el mismísimo arco iris
las hubiese envidiado
si ese vil defecto
albergase su juego golondrino.

Estaba tan feliz
que hasta la dicha
susurraba su alegría
en el eco de la montaña.

De pronto vi una,
después otra,
más adelante a millones
de hermosas mariposas
de múltiples colores, formas
y maneras de danzar al viento.

Una muy pequeña,
de tiernas y agraciadas
alas color azul cobalto
ribeteadas de perfumado
listón blanco, dejaba
descorrer una lágrima
por su inocente mejilla.

No pude permanecer más tiempo
tendido en la hierba viva.
Me incorporé, fui hacia
ella y curioso le pregunté:
¿por qué lloras mariposa?

Levantó su rostro
y con la lágrima
aún rodando hacia
la inmensidad intangible,
me dijo: Por el mundo…
Por ustedes…
¿Y por qué?, la interrumpí
en su sollozo interior sin
dejarla concluir.
Porque navegan hacia el fin
y siquiera se han dado cuenta.

Me recosté junto a ella
y puse a pensar a su lado
mientras una gran lágrima
también rodaba por mi rostro.


LA GOLONDRINA ESCAPADA DEL HORIZONTE


Mis ojos bohemios
surcaban el horizonte
desdibujado de luz y olvido
cuando de pronto
vi a una golondrina
que parecía perdida
regresar con canto
de vida al nido.

A su paso un perfume
de dulce esperanza
inundó mi pincel
que sobre el lienzo
vestido de azul pastel
tiñó esbozos de madreperla
con latido dulce y fiel.

Dócil y placentero
el día se fue acurrucando
en los brazos de la noche
porque había nacido
una golondrina
con alas de poesía.

Desde su pequeño nido,
construido de blanco lino,
en vigilia permanente
de paz y amor bendito
orgullosa señala
el sendero de la felicidad
y quimeras soñadas
por mi hija adorada.

La última vez que la vi
surcaba llena de dicha
mares y océanos bravíos,
montes, colinas y ríos
para volver a los brazos
de la libertad concedida.

Ahora está lejos, muy lejos,
pero tan cerca de mi corazón
que en un soplo puedo tocarla.


EN EL PRADO DE LOS LIRIOS SALVAJES


Una tarde,
cuando los bostezos
se teñían de laurel,
comencé a pintar
un cuadro al desdén.
Ah, por si no lo sabían,
además de poeta,
título que me he ganado
pincelando palabras
durante una existencia,
también soy pintor
y, por supuesto,
un poco o bastante
loco, dependiendo del cristal
o de la enardecida envidia
con la que se me mire.

Pues sí, desfloré
casi sin querer aquel lienzo
inmaculado, blanco,
virgen de pureza total,
y sobre el comencé
a depositar mis sueños.

Una pincelada,
después otra.
El verde, el rojo rubí
y el grácil violeta
comenzaron a danzar
y fundirse en arco iris
de placer y sentimiento.

Mis ojos brillaron
con sublime agrado
y los pinceles siguieron
la ruta de los dioses
creando un mundo
hasta entonces desconocido
por mis sentidos.

Y así, poco a poco,
todo fue tomando forma
hasta que de su centro
sereno emergió una bailarina,
de esas que yo
había imaginado infinitas.

Seguí con mi pincel en alto,
pero ahora escribiendo
una poesía sobre aquel lienzo
que hablaba de vida.

Como venida de lo eterno
saltó del infinito una bella
y delicada ninfa vestida
de verde prado con corpiño
de filigranas de negro azabache
y destellos de rojo amor.

Quise penetrar la tela
y tomarla entre mis brazos.
No me atreví… ¡Jamás lo haría!
Sería un sacrilegio de pintor
y poeta que jamás me perdonaría.

Ella seguirá virgen,
pero sola, presidiendo
un cuadro pincelado
con los colores del sentimiento
que algún día será famoso
y que al capricho del viento titulé
“En el prado de los lirios salvajes”.

Son cosas del amor, de los sentimientos.


EL ENIGMA DEL AMOR


¿Qué sería
del mundo
si no existiese
el amor?
El vació, la nada
en la existencia.
Sería el ocaso
de los sueños,
la muerte
de la esperanza.

Sin amor
nada hay
ni nada somos.
La vida no
tendría sentido
sin su abrigo.
Sería oscuridad
y tormento.
Las caricias
y la ternura
así como
la risa pura
reposarían
en la sepultura.

¿Qué niños
nacerían?...
Y a los ancianos,
¿en qué pestilente
mundo los tirarían?
¿Dónde
a los lisiados,
huérfanos,
enfermos,
pobres
y desheredados?

Sin amor
nada somos
ni nada
podemos ser.
El amor
lo es todo
y sin amor
la humanidad
se extinguiría
en un soplo
sin disparar
bala alguna
y ninguna falta
harían bombas
atómicas o viles
guerras asesinas.

El amor lo es todo.
El suspiro, el aire
que respiras
y la mano amiga
que te salva la vida.
Las lágrimas,
el consuelo
y la dicha
de estar vivo
como un ángel
que surca libre
el firmamento.

No hay vida
sin amor,
ni amor sin vida.
Son indivisibles,
como el cielo
y la tierra,
como el agua
y el río,
como la mente
y el cuerpo.
Caminan siempre
juntos,
de las manos
tomadas,
en las veredas
del universo
hasta los confines
de la alborada.

No hay vida
sin amor.
Son indivisibles.
Nunca podrán
vivir separados
porque así
lo quiso Dios.
¡Es el milagro
eterno
de la creación!


EL ALBA


Soñar despierto
es ver el alba mía.
Los crisoles
que dan la bienvenida
al nuevo día.
Las luces y destellos,
las palabras divinas
que brotan del cielo
y ese corazón
que llaman Sol,
que enciende al día
a la nueva vida.

Lo observo encantado,
como muchacho chiflado,
porque en su orgullo
presiento el murmullo
de cosas benditas.

Me enloquece
y me mima,
porque son las cosas
que me invitan a estar
más cerca del Creador.

No sé si es su resplandor,
pero nunca dejaré
de absorber sus rayos
que producen
un sabor que sólo
el amor puede brindar.


SI FUESE UN INSTANTE


Si fuese un instante,
y ese instante fuese ya,
dibujaría un mundo mejor,
lleno de alegría y paz.
Hermosas y risueñas
golondrinas vestidas
de amor esparcirían
por el sendero del infinito
un himno inmaculado
con olor a jazmín.
Sentado en el borde
del tiempo escucharía
como niño embelesado su canto
de quietud y hermandad.

Si fuese un instante,
y ese instante fuese ya,
cincelaría en el espacio infinito
una estatua de bondad eterna
sobre pétalos de rosa
y perfumados océanos de miel.

Si fuese un instante,
y ese instante fuese ya,
cabalgaría sobre corceles
de vida para derrotar
al hambre voraz
que como peste maldita
mutila y silencia la vida.

Si fuese un instante,
y ese instante fuese ya,
con lágrimas de júbilo
besaría al prójimo mío
y bendito por ser parte
y sueño de la vida mía.

Si fuese un instante,
y ese instante fuese ya,
rogaría a los cielos
por la armonía y la amistad
de todos los seres
del universo inmortal.

Si fuese un instante,
y ese instante fuese ya,
tejería sueños de libertad
sobre montes y praderas,
lagos, mares y ríos
para que en la tierra toda
germinen profundos
sueños de fraternidad.

Si fuese un instante,
si ese instante fuese ya,
abrazaría a toda la humanidad
y con susurro de querubines
le cantaría al oído
“¡Te amo por existir,
tanto como Dios
nos ama a todos por vivir!


SUEÑOS ROTOS


Como fantasmas
los veo deambular
desde mi ventana
todas las mañanas.

Unos corren altivos
con la esperanza
dibujada en sus rostros.
Otros cabizbajos
y pensativos.
Otros tan
apesadumbrados
que parecen
cargar un mundo
de penurias
en sus hombros.
Unos van tristes,
otros preocupados.
Algunos van
desvariando,
otros cantando.
Los hay
de los que van
riendo,
otros llorando.
Se ven
rostros opacos,
otros brillantes.
Los hay
con energía
y también
sin fuerzas.
Los hay
con cara
de hambre
y los hay
satisfechos.
Pero todos corren…

Los más jóvenes
llevan un cántaro
de sueños
y alegría
en sus mochilas.
Caminan tan
apresurados
que semejan
pájaros volar tras
sus fantasías
sin saber
que muchos
nunca
la alcanzarán.
La vida
no está hecha
de quimeras
sino de realidades.
Pero corren…
Corren mucho.
Unos a pasos cortos
otros en largas zancadas.
Algunos parecen
liebres en el prado.
Otros marionetas
zigzagueantes.
Unos van
al norte.
Otros al sur.
Algunos al este
y también
los hay rumbo
al oeste.

Corren… Todos corren…
Algunas mujeres
marchan al redoble
de sus tacones.
Otras en el silencio
de sus zapatos de goma.
Pero todos corren… Corren.
Hasta los niños que van
al colegio corren
de la mano de su madre.
Y los más bebés
también corren
en sus coches
y calesitas empujadas
por sus padres
quienes también corren
mientras los trasladan.
No es el preludio
del fin del mundo,
pero todos corren.

¿Dónde van?...
¿Quién llegará primero?
¿Quién lo logrará?
Es la carrera
por la vida…
Por los sueños rotos.

Parecen hormigas…
Abejas tras un panal,
sin saber que la vida
es efímera tal soplo
y los sueños inmortales.

Los veo
desde mi ventana
y me angustio.
Corren en días
lluviosos
o cuando
hay bruma.
Corren
con el sol
ardiendo
en sus espaldas.
Corren… Corren
tras un autobús
y en las paradas
se atropellan.
Corren en el metro
donde semejan
robots desquiciados
cual centellas.
Corren en las avenidas
sin saber donde pisan.
Corren en las autopistas
que hoy en día
son vías de maniáticos
y chiflados.
Corren en los ascensores.
Arriba y abajo.
Abajo y arriba,
solo por dinero,
un mendrugo
que comer
y una cama
vacía de realidad.
Corren por las escaleras…
Corren por las cuestas
empinadas
y sinuosas bajadas.
Siempre corren
Como si correr
fuese vivir.
Pocos son
los que coreen
tras la misericordia…
Tras el amor
divino teñido
de esperanza.

Todos corren… Corren
Unos más aprisa.
Otros más despacio,
pero corren y corren
sin saber
que los caminos
del tiempo
conducen siempre
a la tierra donde
los sueños
al fin son
inmortales
y duran
una eternidad.

Hace tiempo
dejé de correr.
Ahora que corra
el viento tras de mi.
Ya no soy hombre,
ni sueño, ni mortal
o inmortal,
sino un viajero
que mira
la inmensidad

desde la ventana.



EN EL NIDO DE LA ROSA


Seducido por la misteriosa
belleza y perfume
inmaculado de las rosas,
tomé paleta y pincel,
esparcí con desenfado
unos colores sobre la tela
y comencé a soñar despierto.

Son tan delicadas…
Tan hermosas…
No importa sin son blancas,
rosas, rojas o color marfil,
que de sólo verlas siento
presenciar el nacimiento
de un hermoso querubín
con suaves mejillas
moteadas de carmín.

En armoniosa melodía
el pincel de la imaginación
me llevó a penetrar su nido
lleno de enigmas y fantasías.
Sentí su corazón latir cerca de mí.
Era como observar juntos
todos los sueños y quimeras
de la humanidad
en un verso de paz y amor
con matices de eternidad.

De la paleta pronto
explotó un color de vida
que inundó el lienzo
en sublime sinfonía.
Luego vino el blanco
y los espirales de verde tallo
con sus raíces amarillentas
maceradas en el tiempo.
Después de algunas
pinceladas al desdén
de su centro emergió
la graciosa bailarina
con alma de rosa
que mi imaginación
había soñado.

¡Al fin la terminé!…
Está ahí, despierta, viva,
mirando sorprendida
el mundo que le di.
Está sola, atrapada
en el frágil lienzo
que ahora es su hogar
y prisión en la inmensidad.

¡Oh, locura!... ¡Por qué lo hice!
¿Por qué la condené
a la demencia
de la vida terrenal?...
Me arrepiento… ¡Lo juro!
Esperaré callado mi castigo
por tan cruel desatino
y sacrilegio divino.


LA VIDA ES SUSPIRO


Estar vivo es suspirar
sentir el aliento del aire
galopando en las veredas del alma.
Ver pincelar el arco iris de amor
en los paisajes de la vida
donde los sueños navegan
y la fantasía se vuelve realidad.

No hay vida sin sueños
ni amor sin pasión.
Un suspiro es el aliento
de la golondrina que aloja su nido
en tejado curtido de afectos
sobre la historia del tiempo.

El suspiro es el milagro,
el ángel, el mensajero
glorioso que nos recuerda
que la vida es quimera
y las glorias perecederas.

Atrapa los suspiros
las hojas de otoño
antes que inicien vuelo
sobre lágrimas de olvido.

La vida es suspiro.
Saborea sus mieles
adorna sus primaveras
y sube a los briosos corceles
que dichosos relinchan
en las floridas praderas
del vientre bendito de la tierra
que no da amor y cobijo.


¡QUÉ BELLO ES VIVIR!


Aunque me duela el alma
y la tristeza arrope
mis sentimientos,
venceré el desamor
con la fuerza de Dios.

Y no es porque sea lego
o un bobo santurrón
que cree con fanático
fervor en el Divino Señor.

Es que el amanecer del nuevo día,
con sus brotes y retoños,
sus nubes de perla espuma,
el pájaro que canta con alegría,
las sirenas de las inquietas
ambulancias y patrullas,
el ruido de camiones, buses
carros, motos y el sonido
de sus intranquilas y nerviosas
bocinas, me hacen predecir
que nuevamente he despertado
a la vida que ayer dejé al olvido
y anhelante hoy con amor retomo.

¡Qué bello es vivir!

El reclamo del perro ansioso
que apremiado quiere salir
a depositar la caca y su fermento
lejos del encierro protector
de las abrigadas paredes de casas,
solares y apartamentos,
el grito de un niño
que presuroso va al colegio
y el alerta de una madre cariñosa
que en ahogo de amor avisa
“¡Cuidado al cruzar la calle!”,
anuncia que mí corazón palpita
de vida, sueños y energía.
Me desperezo con cándido regocijo.
Mi corazón ríe y agradece
al Altísimo la vida mía.

¡Qué bello es vivir!

Me hipnotiza el café humeante
que en instantes deja brotar
su esencia de grano fino
de exquisito y penetrante aroma.
Después la flor,
con su perfume de vida,
el aire que travieso juguetea
en los laberintos de mis pulmones
y mis oídos que se deleitan
con la armoniosa tonada
de un solitario cristofué
me resucitan a la vida.

¡Qué bello es vivir!

Rebosante el cielo brilla
en el firmamento
de mis añorados sueños.
La tierna y cómplice sonrisa
del sol con su eterno resplandor
me hacen percibir que la vida
esparce bondad y semillas
de aromática existencia
hacia el universo infinito.
Me río placentero y dichoso
el me guiña el ojo entero.

¡Qué bello es vivir!

¡Vive!... ¡Vive!...
Siempre vive…
Porque la vida es bella
pese a sus amarguras,
desaciertos y sinsabores.
Nadie jamás podrá vencerla
porque es dulce cántaro
de existencia donde la fe
deposita su hermosa luz
pródiga de optimismo.
Es huerto fiel lleno
de dichas y esperanzas.

¡Qué bello es vivir!

¡Es el regalo de Dios!...
¡Aprovechémoslo!... ¡Vive!
Dura muy poco... ¡Vive!...
La vida es bella… ¡Bella es la vida!
¡Siempre vive!… ¡Siempre ama!
¡Es el regalo de Dios!... ¡Vive!


CÓMO DECIRLO


Cómo decir
que te amo
más allá
de las cosas
infinitas.
Que tú sólo
suspiro
enciende
mi alma
en fuego
de lava bendita.

El perfume
que adorna
tu piel venerada
cabalga
sobre río
apasionado
en noches
de sueños
dulces
y encantados.

Cómo decirte
lo tanto que te amo
si al verte sólo
balbuceo palabras
sin sentido.

Cómo quisiera
robarle un beso
a tus labios dorados
para morir loco
y muy embrujado.

Eres mi súplica
sagrada.
La que surca
el universo
más allá del todo
y la nada
y jamás podría vivir
sin sentir tú latir
en mis sienes
ardientes.

Tus ojos de miel
plenos de de vida
es luz que alumbra
con alegría la vida.

Olvidarte
jamás podría
sin antes no sentir
la humedad
de tu cuerpo
fundirse en el mío.

¡Cómo decirlo!
Eres el todo
y la nada.
El universo
y el cielo azul.
La tormenta
y la calma.
El fuego y el frío.
El aire y su armonía.
El amor y la pasión.
El aliento de vida
porque sin ti la vida
nada sería…

¡Cómo decirlo!…
Cómo encontrar
palabras eternas
para decir que te amo
hasta más allá
de las cosas infinitas.


BAILA CON LAS ESTRELLAS


Todo es luz
donde hay amor.
Donde las estrellas
vagan sin temor.
Es el tiempo
el que sueña,
la vida corre
y juega
en los colores
de las estrellas.
La vida baila
sin miedo
en el arco iris
de la existencia.
Baila junto
a las cuerdas
del violín,
en el sonido
que te lleva
hasta el fin
de la espera.
¡Baila!… Baila
con las estrellas,
en su brillo
y en las curvas
de la armonía…
En el beso del jardín
de la primavera
que hoy
espera por ti.
¡Baila!…Baila
con las estrellas
en su regazo de paz
y déjate llevar
a la ventura.
¡Baila!… Baila libre
sobre la felicidad,
en su brillo.
En la libertad
que acaricia
las horas
de paz infinita.
¡Baila!… Baila
con las estrellas
porque ellas
serán tú hogar.


EL COLECCIONISTA DE HERIDAS


Cuánto dolor en el mundo.
Cuánto sufrimiento opacado
en el olvido infame y cruel.
Los hijos de la nada mueren
de hambre en la tierra mía
y la perversa política sólo habla
de posesión, conquistas,
riquezas, tierras y fronteras.
Armamentismo desmedido y sin cordura.
Guerras de hombres contra hombres.
¿Cuál es el enemigo?... ¿Dónde está?
El único tirano a vencer es la pobreza
y el hambre destructor y maligno…
¡El hambre!... ¡La peste de los siglos!...
La peste de la humanidad!...
¡Basta!… ¡Basta!… ¡Ya no más!
¡Cambiemos bala por bocado
y en artilugio celestial acabará
la malvada hambruna mundial!
La espiritualidad renacerá cuando
todos estemos hermanados en paz.
¡Es el hambre es la peste de la humanidad!
La violencia de los días y las horas sin fin.
¿Por qué nada se hace y nada se quiere hacer?
Sólo palabras vacías manchadas
de horror y cínica indolencia
en el tribunal del mundo.
Risas en el burdel del poder.
Muerte y dolor en la tierra negada.

Los coleccionistas de heridas ya no lloran…
Siquiera lágrimas les quedan, sólo dolor.
No hay compasión en el averno mundial.
Millones se van sin despedida. Ni una oración.
Ni un adiós para sus almas benditas.
Ni un ¡Ay!... Ni un lamento por su agonía…
Sólo tierra calcinada. Sólo miradas al infinito.
Labios secos teñidos de muerte y polvo.
Ni un mendrugo para sus estómagos vacíos.
Crece el calvario y las espinas del mal.
¡Niños-muerte!... ¡Mujeres-muerte!...
¡Hombres-muerte!... ¡Pueblos-muerte!...
¡Ciudades-muerte!... ¡Civilización-muerte!...

Yo me voy con ellos.
A su mundo de sufrimiento.
A labrar misericordia
en los confines de la muerte.
La humanidad se extingue.
La humanidad ha muerto
y yo en ella muero de aflicción.
Es la tortura del hombre.
La brutal fiereza de la conciencia.
El engendro de la razón
sin sentimiento ni compasión.

La indiferencia es la herida
que desangra la vida,
la gota que inunda los mares
y tiñe de rojo el pensamiento.
Los militantes del dolor
anidan su eco sobre
sábanas vestidas de muerte.
La tierra pare con angustia
a los coleccionistas de heridas
y su población aumenta
tal como crece el olvido
en la civilización salvaje
de un mundo sin compasión.


DOS PALABRAS (Original)


Dos palabras
y un sólo poema:
¡Te amo!


DOS PALABRAS (Más ácido aún)


Dos palabras:
¡Te amo!


DOS PALABRAS (Versión más audaz y record Guinnes)


¡Te amo!



P/D:
Falta sólo una exclamación: ¡Coooooño!



¡CÓMO DUELE!


Dicen que es intangible,
que nadie lo puede ver ni tocar,
menos acariciar, pero cómo duele.

Es el dolor. El de los días, el del alma,
el de la carreta que nadie conduce.
Es ese sentir morir estando vivo.

Es una vida sin mimos ni flor,
sólo un amargo y acre perfume
apuñala el aire áspero de los días.

Nunca una letra fue escrita
sobre el agua y los vientos,
pero cómo duele en el dolor.

Siempre callados,
los desheredados del tiempo
brindan una sonrisa perdida,
una lágrima vacía.

Es la violencia de la soledad,
la que aturde el sentido
la que te roba el ruido
para dejarte sólo,
sin suspiros, sin caricias.


A TODOS LOS FORTUNATOS Y FORTUNATAS DEL MUNDO


Santo sabía que era
pero no que habían tantos
santos Fortunatos.
Setenta cuenta la historia
entre mujeres y varones.
La mayoría fueron
mártires de los primeros
siglos del cristianismo,
otros perseguidos
ferozmente en el medioevo
y albores del renacimiento.
Es la pura verdad,
a menos que los libros
sagrados no cuenten
las cosas con sana sinceridad.

De las hembras veneradas
todas las Fortunatas
fueron mártires inmoladas
en hogueras candentes
y a garrote vil bajo
vendavales y lodazales
por lo impíos holgazanes
de la cristiandad,
a quienes no les gustaba
rezar el rosario y mucho menos
ir a la iglesia los domingos,
pero si embriagarse,
blasfemar y jugar bingo
en la sucia cantina
que había junto al mar.

Entre todos los santos
crucificados por los romanos,
fariseos y judíos malsanos,
sólo se recuerdan
a los Fortunatos
y Fortunatas, no porque
eran más santos
que los demás, sino
porque eran muchos
y su nombre más común
que los José y María
o una arepa de chicharrón
y una birra bien fría.

Aunque su nombre
proceda del latín fortunatus,
que en buen cristiano
significa afortunado,
de donde deriva fortuna,
que a su vez viene de fors,
que quiere decir fuerte
y también sors y sorte,
de donde proviene suerte,
a los pobres y mancillados
Fortunatos y Fortunatas
de la era post Jesús,
la Diosa Fortuna, divinidad
pagana de la suerte y la felicidad
adorada por romanos y libertinos,
en vez de ayudarlos y liberarlos
de tan cruel destino,
hizo parrilla con su carne
y asado con sus intestinos.
Y todo por decir que Dios
existía en el cielo y que había
enviado a la Tierra a Jesucristo,
su amado y unigénito hijo,
para conducir a la salvación
al rebaño perdido y redimir
los pecados del mundo
para así estar todos
felices cual lombrices
en el paraíso celestial.
¡Qué bárbaros e ignorantes
los malvados romanos!

Entre los mártires
más mártires y escarnecidos
de los buenos Fortunatos
estuvo el obispo
de Fanum Fortunae,
una población llamada
en ese entonces El Templo
de la Fortuna, hoy
rebautizado como Fano,
a orillas de ese mar
brillante, hermoso y adorado
llamado Adriático.
En un principio
a este desventurado
San Fortunato
le brilló oro y fortuna,
porque para quitarse
de encima sus lamentos,
el Papa que gobernaba
la Iglesia en esos momentos,
le autorizó vender reliquias
y vasos sagrados del culto
a fin de proveerse
de buen dinerito y joyas
para pagar por el rescate
de piadosos frailes cautivos
por príncipes insanos
y obesos villanos,
mal llamados
Señores Feudales.
Aunque al poco tiempo
él también fue sometido
y recluido en torre infiel,
pero no de marfil sino de hiel,
donde atormentado
y confundido murió también.

No hace poco,
si consideramos que el
tiempo humano es apenas
fracciones de segundos
en relación al tiempo cósmico,
en el siglo XVI pues, un héroe
de novela de caballería
llamado Fortunato, fue el único
realmente afortunado
de su época, ya que tenía
una bolsa de dinero que nunca
se vaciaba por más que sacase
de su fondo monedas de oro,
petrodólares, brillantes, diademas
y todo lo que se le antojase.
Por si fuese poco,
ese afortunado Fortunato
poseía un Gorro de Deseos
que le otorgaba el don
de la ubicuidad. O sea
que podía estar en muchos
lugares al mismo tiempo, pero…
como siempre hay un pero,
tanto en la vida real
como en las historias antiguas,
no era santo y mucho menos cura.

Y ya que de italianos se trata,
no podía faltar entre ellos
un San Fortunato Trovador.
De esos cantantes y poetas de antes,
muy melodiosos y entonados,
que nada tienen que ver
con esos raperos que andan
por doquier y que de sólo
escucharlos se me revuelve
el estómago como cola de cascabel.

Aunque pobre y macilento,
ese San Fortunato Trovador
nació en la Venecia de ensueño
de los tiempos de oro y oropel.
De holgazán o bohemio
no tenía un ápice,
pero como había que comer,
con laud en mano y un crucifijo
prendido del cuello, comenzó
a recorrer toda Italia cantando,
componiendo versos y poemas
sin tema o destinatario,
aunque fuese dentro de un burdel,
una iglesia o la casa de San Miguel.
Curado de una grave ceguera
por San Martín, decidió
aventurarse a Tours, en Francia,
de donde provenía su santo
bienhechor y curador.
De allí, siempre con su laud
terciado en hombros y bien
dispuesto a una tonadilla
y a comerse una buena tortilla,
tomó a pie, sin caballo o armadura,
pero con buena cara dura,
el polvoriento camino a Poitiers
para venerar las reliquias
del místico San Hilario,
donde arrepentido
de sus aventuras y juergas,
entró en tan honda crisis espiritual
que puso de un plumazo
fin a sus andanzas
de cantante y trovador.
La ex reina Radegunda,
que era muy tremebunda,
se conmovió de su alma
errante y cobijó en palacio real
para que se convirtiese
en el limosnero de su monasterio
donde escribió los venerados
Escritos Perdurables,
en los que narra vida de santos
y compone dulces
y espirituales poemas.
Diez mil, más o menos,
de sus rimas perdurarán
hasta el fin de los tiempos,
así como los himnos más
hermosos de la liturgia,
como el Vexilla Regis
y el Pangue Lengua.
Aunque murió siendo
Obispo de Poitiers,
eso ya nadie lo recuerda,
porque San Fortunato, El trovador,
pasó a la historia sacra
por ser buen poeta, melodioso
cantante y digno compositor.

Lo voy a dejar hasta aquí,
porque si cuento lo que les pasó,
dónde y por qué a los otros
¡sesenta y ocho! San Fortunatos,
estas pequeñas y no tan santas
líneas batirían record mundial
de versos y aburrimiento,
por lo que he decidido
hacerme la señal de la cruz
y rezarle a los San Fortunatos
que iluminaron mi mente
a fin de que no siguiese
escribiendo estos versos
que me pueden,
de un momento a otro,
convertir en demente.

II

Aunque les había prometido
a todos los santos Fortunatos
y Fortunatas no seguir
contando historias viejas
de santos y no santos,
a mis ya cansados oídos
llegó una historia muy
singular, que no por eso
voy a contar, sino porque
en lucha sin cuartel
el Santo Fortunato Mártir,
que así se llama este otro
de los setenta que andan
rodando por ahí, desplazó,
en un abrir y cerrar de ojos,
al apenas arribar a puerto,
a nada menos y nada más
que a San Pedro,
con su manojos de llaves,
y a San Pablo con sus libros,
del altar donde se encontraban
muy sentaditos y cómodos
desde hace largo tiempo,
para tomar muy circunspecto
y orondo posición en el sagrario.
Todo sucedió en la Iglesia
de Santa María Assunta,
en Camogli, un puerto cercano
a Genova, de donde era
el bribón y navegante
Cristóbal Colón, el mismo
que descubrió a la América
casi entera creyendo
que a la India estaba llegando,
pero no nadando sino
en Las Tres Carabelas navegando.

Y es que San Fortunato Mártir,
no podía ser más afortunado,
aunque murió por ser cristiano,
romano y muy buen ser humano.
Abandonados en una catacumba
de Roma sus restos estaban tirados
y si no hubiese sido por el cura Pellegrini,
párroco del poblado de Camogli
y confesor del Papa Clemente XI,
allí se hubiesen quedado
por toda la larga y perpetua eternidad.
Pero el inquieto párroco, presionado
hasta la saciedad por los pescadores
de Camogli, quienes le reclamaban
un santo que les protegiese de huracanes
y vendavales y les proveyese buena pesca,
corrió hacia su Papa amigo
y presto le exigió un santo bendito…
pero que fuese rapidito sino
los pescadores se lo iban a comer frito.

Fue entonces como al Santo Padre
se le iluminó la coronilla y corriendo
fue a la capilla, donde recordó que tirado
en una maloliente buhardilla del Vaticano
estaba un buen y devoto soldado romano
que fue muerto en Circo cruel e inhumano
junto a otros cristianos por estar creyendo
que Jesucristo era mejor y más poderoso
que el propio Emperador Justiniano.
Y así, de un soplido desesperado,
que más sonaba a flatulencia rancia
que a bondad de alma, nació un santo
divino que pronto todos llamarían
San Fortunato Mártir, porque cuando
en nave gris y derruida los pescadores
embarcaron sus despojos mortales
para trasladarlo desde las catacumbas romanas
a su venerada y amada ciudad natal,
sucedió algo fatal pero muy real.
Nubarrones negros teñidos de rabia
cobijaron todo el largo, ancho y hermoso mar.
Rayos y centellas partían el cielo
en mil pedazos con estruendo sombrío.
El viento silbaba las tonadas de Lucifer
y las olas eran tan grandes y furiosas
que parecían rasgar el cielo con uñas
teñidas de muerte y rabia inmunda.
El endeble barco y los aterrados
pescadores parecían fantasmas
atrapados en los recovecos
del sucio averno abismal.
Tan furiosa fue la tormenta,
que hasta granizo de roca cayó
sobre la preciosa y pulida urna,
pero el esqueleto del infeliz romano,
siquiera se movió, como tampoco
se corrió el maquillaje que el Papa
en su rostro mortuorio ungió.
Temiendo lo peor, los marinos
comenzaron a orar por sus vidas
y pedir a la preciosa carga que llevaban
un milagro salvador… ¡Y el milagro se dio!...
De pronto, como por magia celestial,
tormenta y peligro cesaron en un santiamén.
Nadie resulto herido, la carga divina
y la galera estaban intactas,
por lo que marinos y pescadores
decidieron pronto ponerle un nombre
a su santo, porque nombre no tenía
aquel santo que con espantosa fruición
el cura del Vaticano les regaló.
Y ya que por fortuna, y también de chiripa,
como dicen los niños de Tucupita,
habían salido ilesos del terrible temporal,
todos en gran coro y al unísono
decidieron bautizar al muerto ancestral
que los había salvadote muerte segura
y fatal como San Fortunato Mártir,
patrono de navegantes y pescadores.
Y así, colorín, colorado nació otro santo
de los setenta afortunados Fortunato,
y, lo mejor de todo y para todos,
es que este cuento se ha acabado.
Pasó por un zapatito roto y la próxima
semana les contaré otro… ¡Ilusos!...

P/D: Aunque realmente
más que por fortuna
los pobres pescadores
se salvaron de chiripa,
optaron por ponerle
San Fortunato
a su preciado santo
porque San Chiripa,
sonaba muy mal
en ese entonces
y también ahora,
por eso Doña Aurora
les dijo que si chiripa
les iban a poner,
que se acordaran
que no hay chiripa
que resista
una lata de flit
y santo muerto
no hace milagros
ni con una corona
de laurel.
¿No lo creen?...

Nadie resulto herido, la carga divina
y la galera estaban intactas,
por lo que marinos y pescadores
decidieron pronto ponerle un nombre
a su santo, porque nombre no tenía
aquel santo que les había
regalado con espanto el Vaticano.
Y ya que por fortuna, y también de chiripa,
habían salido ilesos de aquel terrible temporal,
todos al unísono decidieron bautizar
al muerto ancestral que llevaban
con ellos como San Fortunato Mártir,
patrono de navegantes y pescadores.
Y así, colorín, colorado nació otro santo
de los setenta afortunados Fortunatos,
y, lo mejor de todo y para todos,
es que este cuento se ha acabado.
Pasó por un zapatito roto y la próxima
semana les contaré otro… ¡Ilusos!...


P/D: Aunque realmente
más que por fortuna
los pobres pescadores
se salvaron de chiripa,
optaron por ponerle
San Fortunato
a su preciado santo
porque San Chiripa,
sonaba muy mal
en ese entonces
y también ahora,
por eso Doña Aurora
les dijo que si chiripa
les iban a poner,
que se acordaran
que no hay chiripa
que resista
una lata de flit
y santo muerto
no hace milagros
ni con una corona
de laurel.
¿No lo creen?...



MIS HIJOS


Mis hijos
son mis hijos
y quien los busque
dividir el diablo
lo visitará.

Mis hijos
son mis hijos
y de nadie más.
Nadie, por más
que se esfuerce,
me los va
a quitar.

Mis hijos
son mis hijos
y no habrá
maldad
en el mundo
que nos
logre separar.


El amor
de un padre
no tiene
igualdad
con el de la
madre eterna
y sin igual,
pero sin
un padre
la vida
nunca nacerá.

Mis hijos
son mis hijos
queridos
y mimados
desde
el nacimiento
a la eternidad.

Los amo
infinitamente
a todos
por igual
y ellos
a mi de
idéntica
manera,
por eso
no existe
y nunca
existirá,
demonio
tan malévolo
que nos
pueda dañar.


Mis hijos
son mis hijos
en el bien
y en el mal.
Han nacidos
ángeles
eternos
que Dios
me los
envió
a cuidar.

Mis hijos
son mis hijos
y por más
que pretendan
no hay poder
en el universo
que pueda
separar
el amor
que anida
en nuestro
corazón.

Mis hijos
son mis hijos,
los hijos
de la vida,
el amor,
y la fe
y nunca
habrá lucha
entre
hermanos
porque
es terreno
de Satán.

Mis hijos
son mis hijos
en el bien
y en el mal,
y el gran
Señor
castigará
a quien
siembre
rencillas
en sus
tiernos
y nobles
almas.


PEREGRINO


¡Rosas!... El canto del cristofué se aleja.
Jazmines perfuman el cielo con su olor de llanto.
La brisa acaricia el aire callado y perenne.
Las grullas vagan a su suerte…, hacia la alegría.

¡Callo!... El ruido de la mente opaca el alma.
Siento las olas batir en mis sienes blancas.
El océano abarca la mar de los pensamientos.
Nado en el universo de la nada…Voy más allá...
Soy peregrino del tiempo… Viajante de la nada.
Un vagabundo errante… Caminante silencioso…
¡Soñador de sueños!… ¡Encantador de ilusiones!...



EL SEIS DE MAYO


El seis de mayo…
¡Ay!... el seis de mayo…
Sangre el seis de mayo.
El cielo y las estrellas
se oscurecerán
el seis de mayo.
Las nubes
se teñirán de dolor
el seis de mayo.

El seis de mayo…
¡Ay!... El seis de mayo.
¿Qué pasará
el seis de mayo?
¿Dónde?... ¿Por qué?...
¿Cómo vendrá?...
El seis de mayo
corceles vestidos
de muerte surcarán
el horizonte teñido
de perlas y sangre
el seis de mayo.

El seis de mayo…
¡Ay!... El seis de mayo.
Las carretas…
Los soldados…
La muerte anidará
sus demonios
el seis de mayo.

El seis de mayo… ¡Ay!...
El seis de mayo
el llanto inundará
corazones
y marchitará vidas
aún no nacidas
el seis de mayo.

¡Ay!... El seis de mayo.
El seis de mayo
fantasmas
de negras corbatas
y boinas de muerte
arrasarán
campos de vida.

¡Ay!... El seis de mayo.
El seis de mayo
nacerá el dolor
en tierra preñada
de penas y llanto.
El dolor… Las penas…

El seis de mayo… ¡Ay!...
El seis de mayo
renunciarán
los pájaros a trinar.
El seis de mayo
la voz de árboles
montes y sabanas
se opacarán.
El paisaje… ¡Ay!...
Morirá el seis de mayo.

El seis de mayo… ¡Ay!
El seis de mayo
el canto negro…
El de la muerte… ¡Ay!
Vencerá… ¡Vencerá!…
El seis de mayo…

El seis de mayo…
¡Ay!... El seis de mayo.


   Este poema nació de un sueño que tuve el día viernes 25 de diciembre de 2009. En el mismo sólo se me repetía El seis de mayo… El seis de mayo… No fue pesadilla, pero me impactó tanto, que al día siguiente, al despertar, decidí asentar el título del poema para, algún día, escribirlo. No obstante, las palabras fluyeron solas y, a los pocos minutos, este fue el resultado.



LA PEREGRINA DEL HAMBRE


Una hembra vieja
toca violines
negros de muerte.
Es la vida marchita.
La fría entrega al ocaso
nocturno del espacio-tiempo.
La voracidad y la ignominia
pueden más que la cordura
cuando el pan niega
a hermanos hambrientos.
Desborda la insensatez
en las calderas de la mente
oscura y tenebrosa
de la mujer sin sueños.
La que se cobija en el llanto
y sus propias pesadillas.

Si o no, ¿quién sabe?
Sólo la loca mente todo
lo sabe y manipula
y, si no, lo inventa,
crea o desvirtúa
en perturbado cerebro
curtido y dañado
en el pesar
de la existencia.

Todo fenece.
Menos la maldad traidora
en el instinto vil
de la mujer amargada.
El fin será libre.
El hambre y el tiempo
de los desposeídos renacerá.
Las bocas tañerán su dolor
en la casa de la mujer oculta,
la que todo controla, maldice
y objeta sin sentido
el sustento de vida.

Conjuro, felicidad de muerte
en el alma de la mujer atormentada
por una vida sin amor
y por los hijos no nacidos.
Es putrefacto el ser
que en el vergel de su vida
se negó engendrar
un bendito, hermoso
e inocente niño.
Ahora es vientre marchito.
Sólo es muerte viva
que vaga sin sentido
y desolación infinita.
Todo es expiración
sin mórbido aliento.
No hay hermanos.
No hay sentimientos
ni compasión.
Todo es gris y negro
en su alma de muerte.

¡No vivió!...
¡Sólo murió lenta
y cruelmente!...
¡Viva la vida!...
¡Abajo los que mueren
sin haber vivido!


DE LA MISMA SANGRE


¿Puede emerger hiel
de la misma sangre?...
Saben que sí,
porque a través
de la historia miles
de viles crímenes
se han cometido
y asesinado chiquillos
como porquillos,
y a familias enteras,
sólo por fortuna, señorío
o inconcebible maldad
cuando la mente ambivalente
es poseída por el estigma
diabólico y letal.

Pero… ¿Por qué?...
Codicia, ambición,
riqueza, poder,
envidia, odio o qué.
¡Sí!..., un poco de todo
eso y mucho más,
pero hay que volver atrás
porque hay un porqué
tan distante y lejano
como la humanidad.

¡No!... No es locura,
sino una pasión
más turbulenta y dañina,
que cualquiera semejaría
a la descarga de un cañón.
Es la rivalidad perturbada,
que es peor que la locura,
porque tiene conciencia
y un alma tan dañina
que no tiene cura
y mucho menos paciencia.

De la misma sangre
en algunos florece
un antisentimiento,
que nada tiene que ver
con los padecimientos
que transitan en la mente
y se anidan en el ser
con el objeto de destruir
sin saber porqué.

No soy psiquiatra
ni cirujano, pero sé
que el ser malsano
no busca dignidad,
ni caricias, sino algo
que serene y aplaque
su alma repleta
de pérfida maldad.

De la misma sangre
y con cruel desdén,
hermanos y hermanas,
padres y madres,
hijos bien habidos
o gente del mismo burdel,
han sucumbido
sin saber porqué.

Es la enajenación,
el sin sentido
que cobija al ser…
¡De la misma sangre
habré de morir!

Sábado, 13 de mayo del 2006. Después de furibundos, ponzoñosos y diabólicos ataques de mis dos hermanos.



CUANDO MUERA


Procesión bendita
de sollozos y deseos.
De adioses postreros
y lamentos fingidos.
De mujeres amadas
hasta el infinito
en el goce bendito.
Cuando muera,
la luna se habrá oscurecido
y el día ido al olvido.
Se fue el pasado y el presente
y el futuro se vistió de luto.
Cuando muera
los cipreses llorarán
lágrimas del cielo
y nubes de olvido
rociarán el féretro entero.
Bañado el día estará de amor
porque la fe volvió a su nido,
al sueño, al Dios perdido.
Cuando muera mi alma reverdecerá.
No habrá espinas… Sólo alegrías.
Cinco capullos plenos de felicidad,
cantarán con mudez celestial
a la gloria del guerrero perdido…
Del que nunca se irá,
del que siempre existirá
porque quedó en la eternidad
de sus corazones floridos.

Epitafio prematuro de Diego Fortunato
(O sea yo. Escrito en la vigilia de locos pensamientos la bohemia noche de un hermoso día bien vivido, amado y repleto de buen vino. Año 2006 de mi primera (¿?) existencia).



GÉLIDO APOCALIPSIS


El clima, el adorable
sueño de verano,
alma de bañistas
y excursionistas,
cielo coronado de un sol
resplandeciente,
musa de poetas,
soñadores y pintores,
se convertirá en arma
mortal que pronto
nos extinguirá.

Todo está variando.
Tomando formas
tan raras y perversas
que asustan y hacen temblar
hasta a las más crueles
y malvadas ánimas
del abismo infernal.

Su cambio destructor
será más poderoso
que cien bombas
atómicas o de plutonio,
y contra la fuerza
de la naturaleza
nada se podrá
hacer o predecir.
Lo único que se sabe
es que todo acabará
en forma catastrófica
y sin piedad con la loca,
confiada, desprotegida
y bella humanidad.

Miles de vidas y años
de progreso y desarrollo
se extinguirán en parpadeo
fugaz después de las diez
últimas vistas primaveras
de luz radiante y mortal.

Enmascarados tras sutil
y traicionero otoño,
los voraces glaciales
se lanzarán con furia
sangrienta sobre la tierra
para devorar al hombre
y toda la naturaleza
para sumergirla en tumba
desolada, fría y mortal.

Un tenue cambio alcalino
acabará con todo movimiento.
La corriente del golfo
enloquecerá llevándose
vidas y sueños,
así como lo hizo
en principio ancestral
con dinosaurios,
cavernícolas,
aztecas y vikingos.

Los inviernos
serán más gélidos.
Nada será habitable.
La cantidad de nieves
y las tormentas
matarán a dos tercios
de la terca humanidad
en menos de diez años
o mucho antes
de que la congelada
sociedad se dé cuenta
de su fría realidad.

Todo será crudo
y el verano se irá al olvido.
Los río y el norte de Europa,
así como París y Londres
además de todo el noreste
de los Estados Unidos
será devastado sin piedad
por mortales tempestades
y enterrados por siglos
en nevadas infernales.

El Niño sepultará
de lodo a Los Ángeles,
Boston y otros miles
de poblados y ciudades
al norte del imperio
que ya no lo será.

Sequías destructoras.
La agricultura desaparecerá
en Canadá, India y el Norte de China
y los océanos cálidos provocarán
tormentas poderosas.
América Latina y África
serán asoladas
por calamidades
climáticas que teñirán
al mar de rojas mareas
y de luto cruel a millones
de almas desnudas,
solitarias y hambrientas.

La escasez de agua potable
no será nada comparado
con los mortales tornados
y monstruosos aluviones.
Dos mil millones de personas
morirán casi al instante
y a los cien años el sol
hará resurgir de los hielos
putrefactos al nuevo hombre.
Otra civilización,
más humana y menos letal,
renacerá de los escombros
de las tumbas de cristal.

El arma más terrible y letal
que pende sobre la cerviz
de la tierra-mundo
es el clima cruel y falaz
y sólo el más fuerte
y afortunado sobrevivirá.
De sus húmedas cenizas,
letargo de hielo y escarcha
neblinosa, sólo un tercio
de la vida retoñará

El fin ya ha empezado
y nadie ha reparado
en el Gélido Apocalipsis
que navega sobre dunas
de blanco y hermoso hielo,
callado pero destructor,
que en menos de diez años
nos cobijará con su frío manto
para arrullarnos dócilmente
en la oscura eternidad.

La tormenta toca la puerta
y nadie la escucha… Siquiera
su frío aliento de muerte.
Nadie percibe el trote
de los briosos caballos
vestidos de nieve que silentes
cabalgan sobre la vida.

Ángeles y arcángeles,
querubines y serafines
tocan trompetas de alertas
pero su canto divino
nadie quiere escuchar.


¡BIENVENIDA MUERTE!


Cuando toque la puerta
no habrá más llanto
ni sufrimiento.
Ni más alegrías y risas.
Ni más cosas que contar
o añorar. No habrá más nada.
Sólo el silencio incógnito.
Sólo la oscuridad, tinieblas
ignotas o una luz destellante…
¡Quién sabe!... ¿Quién ha vuelto
para contarlo? ¿Quién puede
decir qué hay del “otro lado”?
Sólo Dios lo sabe. Él y nadie más.

Cuando toque a la puerta,
los sueños y los amores
se irán con ella. Todo será
silencio o dicha infinita.
¡Quién sabe!... ¿Tú lo sabes?

Cuando toque a la puerta
una paz eterna nos arropará
el sentido o quizás una sombría
peregrinación de almas blancas
y errantes la atormentará.
O ni lo uno ni lo otro pasará.
Quizás sólo dormiremos para
nunca más despertar.
 ¡Quién sabe!... ¿Tú lo sabes?
Sólo Dios lo sabe. Él y nadie más.

Cuando toque a la puerta
dejaremos de deambular
como sonámbulos de vida
para nunca más trabajar.
No más odios y guerras inútiles
afligirán los días y las noches.
No más dolor por los caídos
y los que nunca volverán.
No más intrigas y envidias
venenosas. No más vida…
No más nada… La nada
nos arrullará en su manto
sin colores y sin esperanzas.

Cuando toque a la puerta
no vendrá ni con sonrisas
ni con llanto, mucho menos
con bombos y platillos. Sólo vendrá.
Sólo eso... ¿Y qué más da?
Lo más hermoso y fascinante
de todo esto es que no sabemos día,
hora, momento ni año en que vendrá.
Pero aunque sea una eternidad,
le diremos ¡bienvenida muerte!
para poder morir en paz, felices
y con dignidad, porque no hay
que dejar este luminoso mundo
temblando como cobardes iracundos.
No vale la pena morir furibundos,
plañideros y teñidos de vil miedo.
No hay forma de escapar de ella.
Cuando toque a la puerta tenemos
que abrazarla con devota bendición
para poder morir risueños y sin sobresaltos.
Por eso digo, quizás con cierto recelo,
pero con arrojo, firmeza e hidalguía
¡Bienvenida Muerte! ¡La puerta está abierta!



DETRÁS DE LA PUERTA


Detrás de cada puerta,
de todas las puertas
que existen en el mundo,
de la tuya y de la mía,
siempre hay angustias,
dramas, frustración
e inquietudes teñidas
de opaca felicidad,
de quimeras olvidadas,
de sueños rotos.

Detrás de cada puerta,
de todas las puertas
que hay en el mundo,
aunque exista paz,
una paz vestida
de querubines celestiales
y vírgenes del edén,
también siempre hay
un hado perturbador
que la puede disolver
en instantes, en un abrir
y cerrar de ojos, y dejarla
partir al infinito, al olvido,
tal como parte el arco iris
después que pincela
el cielo en toda
su galana hermosura.

Detrás de cada puerta,
de todas puertas del mundo,
hay miseria ruin, miseria
sin fin, balanceándose
silenciosa en el columpio
de la dicha. Sólo un movimiento,
un pequeño ademán bastaría
para robar con cruel despiado
la felicidad al alma generosa.

Detrás de cada puerta,
de todas las puertas del mundo,
de la tuya y de la mía,
la apariencia, tolerancia
y soledad se dan la mano
en hipócritas palmadas
con la soberbia, prepotencia
y sublime maldad que sólo
el espíritu corrupto puede cosechar.

Detrás de cada puerta,
de todas las puertas
que existen en el mundo,
todo es ofuscación
y confusión. Odio y rencor
malsano y hasta gratuito,
conviviendo con un amor
encapuchado y frágil paz.

Detrás de cada puerta,
de todas las puertas del mundo,
de la tuya y de la mía,
hay apetito voraz.
Un sanguinario depredador
matizado de odio y crueldad,
que espera escondido
el momento oportuno
para dar su zarpazo
fiero y letal. No importa
si son hermanos, primos,
herederos malsanos,
princesas de la ofuscación,
madres, padres, esposas,
curas o botiquineros.
Sólo espera el momento
preciso y fatal.

Detrás de cada puerta,
de todas las puertas del mundo,
de la tuya y de la mía,
se asoma la luz de la dicha
y felicidad, el farol divino
e incandescente de la bondad,
pero siempre habrá una nube
amenazante y perversa.
Una mano invisible y temblorosa,
a la que los sabios llaman
los tentáculos de la envidia
y satánica maldad.
Ella siempre estará presta
para su certero golpe final.

Detrás de cada puerta,
de todas las puertas del mundo,
de las puertas de los siete
mil millones de almas
con que ya cuenta la humanidad,
también mora la esperanza,
el amor, la felicidad y la alegría.
No dejemos que el tenebroso
y oscuro misterio de la malignidad
salga invicto y triunfador.
Sólo una sonrisa bastará.
Una sonrisa de amor que brote
del alma henchida y rompa
el hechizo de la maldad.

Detrás de cada puerta,
de todas las puertas del mundo,
de la tuya y de la mía,
hay amor y paz.
Alegría y felicidad sin fin,
pero también sinsabores
miedo, envidia, odio y crueldad.
Sólo falta elegir. Yo ya elegí.
¿Qué eliges tú?


CORAZÓN SIN NORTE


Vaga aquí,
vaga allá.
No sabe
dónde ir.

Vaga aquí,
vaga allá.
Tiene miedo
de vivir.

Corazón
sin norte,
bruma perdida
en la desesperanza
de la vida.

Vaga aquí,
vaga allá.
Vagabundo
del dolor.

Vaga aquí,
vaga allá.
Vive sólo
por vivir.

Corazón sin fe,
corazón atormentado
por el pasado
que le tocó vivir.

Vive aquí,
vive allá.
Golondrina
sin norte
ni camino
busca dentro,
muy dentro
de tu corazón,
y encontrarás
el sendero hacia
la ansiada felicidad.


EL TOBOGÁN DE LA VIDA


Si estás
confundido
y quieres vivir,
el tobogán
de la vida
tienes que hallar.

Si no encuentras
una razón
por la que soñar,
el tobogán
de la vida
tienes que usar.

Si desconoces
el camino
por donde andar,
por el tobogán
de la vida
te tienes
que lanzar.

Si la vereda
está llena
de pedruscos
y espinas,
por el tobogán
de la vida
te tienes
que deslizar.

Sólo el tobogán
de la vida
te dará paz
y felicidad
por eso corre
a buscarlo
dentro,
muy dentro
de tu corazón,
si la vida
quieres vivir
con armonía
e intensidad.

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