miércoles, 12 de agosto de 2009

EL PRÍNCIPE DE LOS FAISANES DORMIDOS


El príncipe de los faisanes dormidos (2005)
Pintor: Diego Fortunato
Acrílico y tinta china sobre cartulina, 50 x 30 cm.
Serie: EL LENGUAJE DEL ZEN

A LA VENTA
Lo recaudado irá a beneficio de la
FUNDACIÓN NIÑOS ARTISTAS DISCAPACITADOS



GÉLIDO APOCALIPSIS

El clima, el adorable
sueño de verano,
alma de bañistas
y excursionistas,
cielo coronado de un sol
resplandeciente,
musa de poetas,
soñadores y pintores,
se convertirá en arma
mortal que pronto
nos extinguirá.

Todo está variando.
Tomando formas
tan raras y perversas
que asustan y hacen temblar
hasta a las más crueles
y malvadas ánimas
de los abismos infernales.

Su cambio destructor
será más poderoso
que cien bombas
atómicas o de plutonio,
y contra la fuerza
de la naturaleza
nada se podrá
hacer o predecir.
Lo único que se sabe
es que todo acabará
en forma catastrófica
y sin piedad con la loca,
confiada, desprotegida
y bella humanidad.

Miles de vidas y años
de progreso y desarrollo
se extinguirán en parpadeo
fugaz después de las diez
últimas vistas primaveras
de luz parpadeante y mortal.

Enmascarados tras sutil
y traicionero otoño
los voraces glaciales
se lanzarán con furia
sangrienta sobre la tierra
para devorar al hombre
y toda la humanidad
y sumergirlo en tumba
desolada, fría y mortal.

Un tenue cambio alcalino
acabará con todo movimiento.
La corriente del golfo
enloquecerá llevándose
vidas y sueños,
así como hizo
en un principio
con dinosaurios,
cavernícolas,
aztecas y vikingos.

Los inviernos
serán más gélidos.
Nada será habitable.
La cantidad de nieves
y las tormentas
matarán a dos tercios
de la humanidad
en menos de diez años
o mucho antes
de que la congelada
sociedad se dé cuenta
de su fría realidad.

Todo será crudo
y el verano se irá al olvido.
Los río y el norte de Europa,
así como París y Londres
además de todo el noreste
de los Estados Unidos
será devastado sin piedad
por mortales tempestades
y enterrados por siglos
en nevadas infernales.

El Niño sepultará
de lodo a Los Ángeles,
Boston y otros miles
de poblados y ciudades
al norte del imperio
que ya no lo será.

Sequías destructoras.
La agricultura desaparecerá
en Canadá, India y el Norte de China
y los océanos cálidos provocarán
tormentas poderosas.
América Latina y África
serán asoladas
por calamidades
climáticas que teñirán
de luto cruel a millones
de almas desnudas,
solas y hambrientas.

La escasez de agua potable
no será nada comparado
con los mortales tornados
y gigantescos aluviones.
Dos mil millones de personas
morirán casi al instante
y a los cien años el sol
hará resurgir de los hielos
putrefactos al nuevo hombre.
Otra civilización,
más humana y menos letal
resurgirá de los escombros
y tumbas de cristal.

El arma más terrible y mortal
que pende sobre la cerviz
de la humanidad es el clima
y sólo el más fuerte
y afortunado se salvará.
De esa forma un tercio
de la humanidad renacerá.

El fin ha empezado
y nadie ha reparado
en el Gélido Apocalipsis
que navega sobre hielo
y que en apenas diez
años nos alcanzará.

La tormenta toca la puerta
y nadie la escucha… Siquiera
su frío aliento de muerte.
Nadie percibe el trote
de los briosos caballos
vestidos de nieve que silentes
cabalgan sobre la vida.